jueves, 10 de noviembre de 2011

Sexta Entrada

Ha pasado un día desde que escapé de aquella matanza y en lo único en lo que pienso es en mi familia. No sé si lograron sobrevivir o si están muertos: Así que para sacarme de dudas decidí regresar al lugar de los hechos.
 Al llegar ahí, todo estaba desértico. Por lo cual me llevé una gran impresión. Como pudo ser posible si apenas hace unas horas había ocurrido el desastre, y por la cantidad de muertos se llevaría tiempo en limpiar. Todo era muy confuso.
Mientras pensaba en lo que estaba ocurriendo; me percate de que alguien estaba a mis espaldas. De inmediato giré la cabeza y pude ver que cinco personas se acercaban a mí; Portaban armas largas y paliacates que cubrían parte de sus rostros. En ese momento no supe que hacer y me quedé inmóvil.
Uno de ellos se me acercó y pude notar que una gran cicatriz le recorría el rostro desde la frente hasta su ojo. Con un tono amable me dijo que no me haría daño y que si accedía a ir con ellos me llevarían a un lugar seguro. A   pesar de que no me inspiraban mucha confianza, no tenía donde ir, ni siquiera sabia en donde me encontraba. Por lo que decidí aceptar la ayuda.
Caminamos todo el día, hasta llegar a una zona industrial (que ya hace tiempo estaba en abandono). Observamos que ningún sospechoso nos siguiera y nos metimos a una enorme bodega, donde ya nos esperaban más aliados mexicanos.
Personas heridas por las balas, familias y algunos extraviados se encontraban refugiados en este lugar, y Conforme trascurrían las horas, más y más gente llegaba.
Al entrar a la bodega me atendieron de maravilla. Se me ofreció un poco de comida, una café caliente y una cobija para abrigarme. A pesar de que llevaba, ya varias horas sin poder descansar, y sin probar algún alimento, ni si quiera me preocupa por eso. Lo único que me angustiaba era el no saber nada de mi familia: A sí que decidí buscarlos por todo el refugio…







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