sábado, 12 de noviembre de 2011

Séptima Entrada


Después de varios minutos de buscar minuciosamente por todo el  lugar no pude encontrar a nadie, solo vi a un amigo de la universidad llamado Héctor. El se encontraba   recostado sobre una cama, mientras un grupo de tres personas lo curaban de la pierna derecha.
 En un principio pensé que lo que tenía era grave, pues había demasiada sangre brotando de su herida y su rostro se tornaba pálido. Poco después de que le terminaron de sanar su pierna pude platicar con él. Me explico que una bala  roso su pierna y para su fortuna no le había causado daños graves. Estuvimos charlando toda la noche y eso me ayudo a tranquilizarme un poco.

A la mañana siguiente regresé al lugar donde había encontrado a Héctor. El ya no se encontraba ahí. Pregunté a los encargados del lugar que era lo que había pasado con los enfermos y heridos que aquí se encontraban. Me dijo que habían sido trasportados a otro sitio más seguro, donde recibirían una mayor atención.
En ese momento un hombre tomó un altavoz y empezó a darnos algunas indicaciones.  En un principio nos informó de la situación en la que se encontraba el país y de las enormes injusticias que se estaban cometiendo  contra el pueblo mexicano. Conforme  seguía hablando incitaba a la gente a combatir contra los norteamericanos. No había otra opción o vivir escondidos el resto de nuestros días, o combatir aunque eso nos costara la vida.  
Con el transcurrir de las horas llegaron al refugio camionetas todo terreno, con armas de fuego y chalecos antibalas. Por la tarde nos dieron pistolas a cada uno de los que habían aceptado combatir. Se nos mostro como utilizarlas pero sin disparar una sola bala; por que las municiones eran escazas y las necesitaríamos más adelante.
Yo pensaba que disparar una pistola era fácil y divertido  como en las películas. Siempre soñaba con ser como Rambo, o como Van Damme y ser considerado como un héroe para todos. Pero ahora no se si tendré el valor para asesinar a alguien.
Ya al anochecer todos estábamos preparados y listos para partir. El plan era el siguiente; Acudir a los campos de concentración donde se encontraban  encerrados  prisioneros mexicanos y  así ir recolectando más gente para después dar un golpe de estado. Quizá esta sea la última oportunidad que tenga para poder ver con vida a mi familia.


1 comentario:

  1. Compañero, noto que te faltan tildes en algunas palabras de tu texto.

    Y en "una bala roso su pierna", la palabra correcta es "rozó".

    =)

    ResponderEliminar